Publicación de Ana, una mujer venezolana y ciudadana onubense desde hace un tiempo, a la que acompañamos desde Huelva Acoge en un tramo de su camino de vida.
Cuando eres migrante, la Navidad se convierte en una mezcla de alegría y nostalgia. Las tradiciones de tu país natal se entrelazan con las costumbres que has adoptado en tu nuevo hogar, y es en ese espacio donde sentirse acogido va más allá de simplemente adaptarse. Se convierte en un abrazo de seguridad y esperanza. Aunque la familia no está cerca, encuentras en esta época una manera diferente de honrar esos lazos, transformándolos en puentes que conectan tu pasado con el presente.
Son gestos que, aunque simples, tienen un significado profundo y nos acompañan en momentos de reflexión y recuerdos. Estas muestras de humanidad trascienden el tiempo y las circunstancias, y transforman un saludo, un abrazo o una sonrisa sincera en el verdadero espíritu de la Navidad, que nos recuerda que no estamos solos y que existen personas dispuestas a brindarnos afecto y cariño en esta época tan importante.
Aunque han sido varias y distintas las festividades navideñas lejos de casa, ha habido algo en común: las personas. Esas que logran hacerte sentir como en casa a través de un plato navideño, un chocolate caliente y la amabilidad de preguntar sobre tus tradiciones. Reír juntos, extrañar y traer al presente tiempos pasados es un instante hermoso que nos ayuda a sanar el duelo migrante, recordándote que, a pesar de la distancia, siempre encontraremos gente que esté dispuesta a recibirte con cariño.

Por eso, esta época no se trata solo de un lugar, sino del sentido de pertenencia que cultivamos donde quiera que vayamos. Es el valor de la familia y los amigos que se manifiestan en la calidez y la comprensión. Más que sentir tristeza, se convierte en un espacio de reflexión donde reina la paz y la fe.
Es el momento para agradecer a los que nos han brindado apoyo ayudándonos a reimaginar nuestro futuro, para abrazar nuestra identidad, reconocer nuestras cicatrices y celebrar el viaje que nos ha llevado hasta aquí. En medio de la incertidumbre, las luces navideñas nos dan alegría e iluminan el camino, recordándonos que, sin importar dónde estemos, el verdadero sentido de estas festividades reside en el amor que compartimos y en las conexiones que elegimos cultivar.
Que esta Navidad sea un viaje de corazón a corazón, que encontremos la ilusión para continuar creando nuestro propio hogar donde quiera que estemos, y que en cada corazón haya un lugar siempre abierto para abrazar el presente y soñar con un futuro lleno de posibilidades.