Publicación realizada por Yuri Meza, voluntaria de Huelva Acoge.
Hablar de la paz en el mundo me resulta cándido, utópico, al observar el contexto bélico en diferentes partes del globo terráqueo. Algunas guerras con más, otras con menos, difusión
En 1981, la ONU estableció el 21 de septiembre como el Día Mundial de la Paz. La proclamación es bonita y deseable. «Paz no solo es la ausencia de conflictos, sino también un proceso positivo, dinámico y participativo que promueve el diálogo y la cooperación mutua«. Los hechos no son suficientes para la ansiada paz en el mundo.
El Día de la Paz en España se celebra cada 30 de enero. Es una jornada educativa fundada en 1964 por el poeta y pacifista mallorquín Llorenç Vidal como punto de partida y de apoyo para una educación no-violenta y pacificadora. Se elige esta fecha en honor al día en que fue asesinado Mahatma Gandhi (India, 1869-1948), líder pacifista que defendió y promovió la no violencia y la resistencia pacífica frente a la injusticia.
La falta de paz en los diferentes territorios suele ser, en la mayoría de los casos, la causa de que las personas se vean obligadas a migrar, con todo lo que conlleva ese proceso; entre ellas, una muy importante: la falta de pertenencia, pasando a formar parte del grupo que no es de allí y que tampoco es de aquí, y que, tras un largo proceso, encuentra su lugar.

Si hubiera verdadera voluntad de pacificar el mundo, creo que se conseguiría; pero ponernos a analizar qué intereses subyacen a los mismos no nos llevaría a nada, ya que no depende de nosotros que se pida paz y se sigan vendiendo armas, que se abogue por la solución mientras se alimentan los motivos del conflicto… Así que veo más útil referirme a lo que sí está a nuestro alcance: vivir nuestra paz interna.
Hay muchos modos de cómo conseguir la paz. Unos eligen alguna religión, otros algún profesional de la salud mental, algunos se atreven con terapias llamadas ‘alternativas’, otros practican mindfulness…
He comprobado que ayuda a dormir con la conciencia tranquila:
1.- La respiración profunda y consciente.
2.- Agradecer cada cosa buena que experimentas (escribir agradecimientos en un cuaderno, ¡hay tanto que agradecer!).
3.- Reconocerse en el otro y, aunque a veces no es fácil, tampoco es imposible, así el trato es como el que te gustaría recibir.
Todo esto no es nuevo, ya hace más 2000 años un sabio nos dejó ese mensaje, si sólo pudiéramos “amar al otro como a uno mismo”. Quizás es donde debamos escudriñar, realmente ¿sabemos amarnos?, puede que sea un camino a la paz o que tú tengas conquistada tu paz, en ese caso, hay esperanza para la paz mundial. Porque lo bueno también se expande sólo necesitamos ser cada vez más los que encontremos la ansiada paz.
