Educando por una cultura universal de paz y no violencia

Después de un siglo marcado por devastadoras guerras que dejaron mucha destrucción, muerte y, sobre todo, una cultura de violencia ejercida y exaltada como una vía para resolver diferencias y conflictos entre países y pueblos; a finales del siglo XX y principios del actual, las sociedades contemporáneas, con ávido deseo de paz, empezamos a plantear el apremiante reto y necesidad de educar para la cultura de la paz y la no violencia, con el fin de cerrar las páginas de un pasado oscuro.

Sin embargo, la tregua que nos dio ese tenebroso pasado no duró mucho tiempo. Nos encontramos en una coyuntura marcada por la proliferación de los conflictos armados y las tensiones se han vuelto omnipresentes, en medio del agobiante silencio de la Comunidad Internacional y la incapacidad de las Naciones Unidas de cumplir con su cometido y razón de ser y existir: mantener la paz y la seguridad internacionales, y proteger los Derechos Humanos, según recoge su Carta fundacional.

Basta con echar una ojeada a las misiones de la ONU en las diferentes zonas de conflictos, y a las resoluciones del Consejo de Seguridad (CS) para que nos demos cuenta de que la mayoría de sus intentos de pacificación chocan con los infranqueables muros de los vetos de los cinco países miembros de dicho CS, que priorizan sus intereses geopolíticos. Este constante conflicto entre el Derecho Internacional y la realpolitik, condiciona a la ONU y la condena al estrepitoso fracaso de su antecesora Liga de las Naciones. Esta dinámica no contribuye a la resolución de conflictos y controversias que hay en el mundo. Algunos llevan ya décadas enquistados.

En este panorama actual, es muy probable que nos invada una justificada sensación de indignación y desconfianza respecto a la Comunidad Internacional y, sobre todo, que nos cuestionemos el papel de Naciones Unidas como organización mundial basada en el principio de la igualdad soberana de todos sus miembros, cuyo principal propósito consiste en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.

Sin embargo, hoy 30 de enero, día en que se celebra el Día Escolar de la No Violencia de la Paz, tomamos la palabra, en tanto que somos sociedad civil, para subrayar la imperiosa necesidad de educar en aras de la paz para todas las naciones y transformar la cultura basada en la violencia a la cultura de paz y no violencia a nivel de toda la Humanidad. La promoción y divulgación de la cultura de paz han de ser la base de la educación.

La educación para una cultura de paz universal y de no violencia constituye una ardua y compleja misión que ha de empezar desde las bases de la sociedad e incluir, entre otros saberes, la educación en los Derechos Humanos, la igualdad de género, el desarrollo y el medio ambiente, la prevención y resolución de conflictos, la reconciliación y un largo etcétera. Las instituciones educativas y entidades sociales desempeñan un papel fundamental, no solo en transmitir los conocimientos, sino también en fomentar una actitud crítica y reflexiva ante los modelos y paradigmas de la cultura de paz, que fomentan el multiculturalismo, el respeto y la solidaridad y se concibe como un proceso participativo y creativo, que invierte roles tradicionales para promover nuevos escenarios de poder, más universales, cooperativos e inclusivos que competitivos.

No es posible alcanzar una paz estable y duradera sin justicia, reconocimiento y reparación de los daños de las víctimas. La clave radica en hacer justicia con las víctimas y sus familiares y ponerlxs en el centro de cualquier proceso de paz y pacificación, ya que la paz no se impone, se construye con los granitos de arena de cada persona.

Deseamos que esta aportación sirva de llamamiento a la acción educativa que reconozca nuestra responsabilidad individual y colectiva de promover una cultura de paz para todas las personas. Nuestro mundo necesita la paz más que nunca, pero no esa paz utópica, inalcanzable, sino la que se trabaja en el día a día, ya que No hay camino para la paz: la paz es el camino, como dijo Gandhi.

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