Europa se traiciona

Artículo de José Miguel Morales, director general de nuestra federación, ANDALUCÍA ACOGE, para nuestra sección ‘Bantabah’.

Dicen que durante sus años de presidio, Nelson Mandela cultivaba la poesía. El día que tras décadas de lucha social alcanzó la presidencia de Sudáfrica iniciando una nueva etapa en un país que era referencia internacional del racismo, Mandela eligió para su discurso de investidura un poema de Marianne Williamson: «Nuestro miedo más profundo«. Un alegato a perder el miedo y dar la mejor versión de nosotros mismos. El verdadero liderazgo consiste en inspirar a quienes nos rodean a ser mejores en un proyecto común.

En una época en la que el perfil de quienes nos lideran políticamente en Europa parece marcado por la mediocridad, no estaría de más que tomasen como inspiración a quienes sí han logrado mejoras importantes en las sociedades que han liderado.

Todo el proceso, culminado el pasado mes de abril, para alcanzar los acuerdos del Pacto Europeo de Migración y Asilo refleja como nada esta mediocridad de quienes deciden el rumbo de la UE.

Durante tres años los líderes de Europa han discutido con escasa transparencia el nuevo modelo de gestión de nuestras fronteras sin poder ponerse de acuerdo en nada salvo en un recorte de derechos para quienes llegan al continente más envejecido del mundo.

Para ilustrar el fracaso que supone el pacto tenemos las declaraciones de la Comisaria de Asuntos de Interior, la sueca Ylva Johansson el día anterior a que se votase en el Parlamento Europeo. «El pacto migratorio quita argumentos a la extrema derecha«, declaró, queriendo señalar así el verdadero logro alcanzado, copiar a la ultraderecha para que no haga falta votarla.

El pacto se ha construido, como suelen hacerse estos grandes documentos europeos, con muchas declaraciones públicas y muy poca transparencia. Son en realidad cinco reglamentos distintos que pretenden regular lo que ocurre con las personas que llegan a Europa huyendo de los desastres y violencias que el modelo económico mundial genera en tantos países de África y Asia.

Cinco reglamentos que vistos en conjunto van a profundizar en que la Unión Europea se blinde de los pobres a costa de renunciar a los Derechos Humanos. Por ejemplo, el nuevo Reglamento de Asilo establece que el procedimiento para pedir asilo, y la seguridad jurídica del mismo, a partir de ahora dependerá del país de procedencia de la persona, no de su situación ni de su historia personal. La garantía de un trato adecuado no va a depender de lo que le ocurra a la persona, sino de las relaciones que tenga la UE con el país del que proceda… y esas relaciones no se basan en el respeto a los Derechos Humanos como bien sabemos.

¿Cómo van los gobiernos a poder diferenciar si la persona viene de un país u otro? Pues el reglamento de Procedimiento Fronterizo va a resolverlo creando una ficción legal renunciando a que el suelo que pisen las personas migrantes sea considerado Europa. Durante una semana podrán estar en centros de control por todo el territorio europeo, retenidas por las fuerzas y cuerpos de seguridad de la UE pero sin que la UE les reconozca que están en suelo europeo. O sea, durante siete días los controlaremos, se guardarán registros faciales en nuestras bases de datos, podrá aplicarse fuerza coercitiva «proporcional» contra los menores de seis años para extraer sus datos biométricos, estarán recluidos y obligados a hacer lo que se les indique pero… no estarán en suelo europeo aunque estos centros estén en Berlín o Hamburgo.

Otra cosa que, por lo que sea, no han encontrado tiempo para explicar bien los líderes de la UE a la ciudadanía es que el pacto recoge el derecho de un gobierno a negarse a aceptar personas refugiadas a cambio de enviar dinero a algunos de los países de origen para que frenen la salida de su población. La traducción es que se podrán negar a aceptar personas refugiadas a cambio de seguir financiando a los gobiernos de los países de origen para que repriman la salida de su población. Gobiernos muchas veces responsables de las crisis migratorias y que recibirán nuestro dinero, el que los ciudadanos y las ciudadanas pagamos con nuestros impuestos y que se utilizará para seguir alimentando violaciones de Derechos Humanos en los países de origen.

Juristas de toda Europa han indicado que estos acuerdos suponen una violación del derecho de asilo, un derecho construido tras la II Guerra Mundial cuando a buena parte de la población europea le resultaba fundamental. Ahora Europa va a encabezar su desmontaje internacional por miedo. Miedo a reconocer que ya no puede seguir sola, que necesita a quienes llegan a sus puertas para poder sostener su sistema productivo y sobre todo, porque una parte importante de quienes se sientan en los despachos de las instituciones europeas tienen la absoluta convicción de que deben apropiarse del discurso xenófobo de la ultraderecha para poder mantenerse en el sillón.

¿Tiene sentido esta obsesión de dificultar aún más el acceso a Europa cuando todos los análisis dicen que el proyecto social y económico de la UE solo será viable gracias al aporte de las personas migrantes? Racionalmente no, pero como demuestran las palabras de Ylva Johansson, esto no va de decisiones racionales si no del miedo a perder el puesto.

No sabemos si quienes han propiciado estos acuerdos seguirán teniendo un sillón cuando pasen las inminentes elecciones europeas, pero el legado que dejan para los próximos años es una Europa cerrada en si misma con un pacto que no solucionará ni una sola muerte en el mar y seguirá haciendo que llegar a Europa desde África sea una tragedia individual y un fracaso para el espíritu humano.

El proyecto europeo siempre ha querido proyectarse como el proyecto que lidera los valores democráticos y los Derechos Humanos en el mundo. Lejos de eso ahonda una vez más en dejar que otros sufran para mantener el status quo del reparto de poder. Europa se traiciona a sí misma, a los valores humanos que dice defender; para que quienes deciden puedan seguir haciéndolo por quienes viven dentro y fuera de ella.

Frente a esto queda la propuesta del poema que inspiró a Mandela, superar nuestro miedo a ser lo mejor que podemos ser:

«No está solo en algunos de nosotros. Está dentro de todos y cada uno.
Y mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo.
Y al liberarnos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás
«.

Necesitamos otro proyecto europeo, uno que abandone el discurso del miedo y se comprometa con el futuro de toda la humanidad. ¿No era eso lo que quería ser la idea de una Europa unida por la paz?

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